Para aquellos lectores no avezados en la jerga marinera, primero explicaremos que la “dingui” no es otra cosa que una barca auxiliar hinchable, de unos 3-4 metros, complemento indispensable de un velero para poder ir a tierra cuando se está fondeado.
Pues bien, esta mañana en Canouan
nos hemos dado cuenta que nuestra “dingui” (con sus remos, su motor y su
depósito de gasolina) había desaparecido. Una mala noticia y que nos afectaba
para el resto del viaje. Por la noche había hecho mucho viento y aunque había
una remota probabilidad de que se desenganchara (los nudos del Almirante son
siempre seguros) lo más probable es que nos la hubieran robado. Más allá del
valor material (importante) era cómo resolvíamos bajar a tierra. Convencidos que
no había solución, decidimos levar ancla…
Aquel mismo momento nos persigue un
local (Markus, al que habíamos encargado pan y fruta) y al alcanzarnos nos dice
que nuestra “dingui” se había soltado con el viento, que la habían localizado
muy lejos y que la había recuperado para devolvérnosla. Era evidente que el
servicio tenía un coste, que ha sido de 200 dólares USA. Pagado el rescate,
hemos recuperado nuestra “dingui” y podemos seguir (relativamente contentos) la
aventura con normalidad.
Dudas que nos asaltan: ¿Se soltó
realmente con el viento?. Imposible. ¿Se la llevaron para pedirnos un rescate
en lugar de simplemente robarla? ¿Ha sido una operación con cómplices?. Ya nunca
lo sabremos…. Será el “misterio de Canouan”. La “dingui” perdida y hallada;
como Jesús en el templo…
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