Seguimos la aventura. El sábado 8 de
febrero, una vez solucionadas las reparaciones necesarias después de la paliza
del Atlántico, decidimos cruzar el canal entre Martinica y Santa Lucía, de unas
24 millas. Después de la incorporación de Tomás, somos cuatro tripulantes,
Desde luego el tiempo anunciado no era el mejor para intentar el pequeño salto,
pero estábamos ansiosos de llegar a la nueva etapa. El pronóstico se cumplió y
el viento fue de 20-25 nudos, con olas de hasta tres metros; pudimos comprobar
una vez más que el JAFAM es un magnífico velero. Navegamos de través, con mayor
y génova. Un poco de tristeza a medida que se perdía el perfil de Martinica por
popa ya que fue nuestro puerto de llegada después de 21 días….
El viaje apenas duró cuatro horas,
tiempo en el que avistamos diversas manadas de delfines. Arribamos al magnífico
puerto de Rodney Bay, en el interior de una playa comunicada por un estrecho
canal, donde atracamos sin dificultad. Cenamos en tierra y saboreamos nuestras
primeras piñas coladas…
El domingo a primera hora nos
dedicamos a los trámites de aduana, que son complejos, y nuestro pasaporte ya
luce el sello de entrada a Sta. Lucía, estado independiente desde 1979: otra
moneda, otro idioma, la conducción por la izquierda, etc. Tiene una superficie de unos 600 Km2
y 170,000 habitantes. Completamos la mañana con la visita a un barrio de sabor
completamente caribeño, situado entre la marina y un complejo hotelero moderno,
junto a la playa. Es un paisaje ya completamente distinto al de Martinica, que
no deja de ser un territorio de Europa. Esta primera impresión de “Caribe” la
intentamos plasmar en las fotos que adjuntamos y fue confirmada por el
recorrido por la isla previsto para el lunes. Pero esta es otra historia…
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